Buscábamos una panorámica de la Alhambra, y la solución no fue subir por la Cuesta de Gomérez; al final de la pendiente se localizaba una vetusta puerta de piedra, que informaba del comienzo de los jardines que rodeaban la fortaleza árabe. Tuvimos que retroceder sobre nuestros pasos, volviendo a pasar junto a aquellas bajas edificaciones de colores difuminados, que mostraban en su parte superior ventanales y terrazas atestados de maceteros, dejando la planta baja para reducidos comercios de souvenirs y baratijas varias. En unos minutos regresamos a la Plaza Nueva.
Sin pretenderlo, continuábamos en el corazón del Barrio Albaicín de Granada, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad desde hace más de 15 años. De origen andalusí, el barrio mantenía en buena medida la trama urbana del periodo nazarí, con calles estrechas, en una intrincada red que se extendía desde la parte más alta, denominada de San Nicolás, hasta el curso del río Darro, cruzado por preciosos puentes de piedra desgastados por los años, y de la calle Elvira.
Por esa última calle habíamos paseado antes, paralela a la Gran Vía de Colón. Nacía en la puerta del mismo nombre, un enorme arco del siglo XI que en la época musulmana daba la bienvenida a la ciudad. Hoy en día esta oscura y angosta calle es conocida por sus baños árabes, anticuarios, bares de tapas, y sobretodo, por su vida nocturna estudiantil.

No hay comentarios:
Publicar un comentario