Llegas a España y…
… te das cuenta lo mucho que ciertas personas te quieren y
te han echado de menos.
… te das cuenta que hay personas que no te han echado tanto
de menos.
… te das cuenta que no estás a la última, que tu móvil es un
ladrillo y no puedes comunicarte con tu gente por las nuevas vías que han
inventado.
… te das cuenta que remas en dirección contraria, que todo
tu ambiente donde has crecido ha conseguido o busca cierta estabilidad, y tu
continuas con ganas de conocer el mundo y con sueños de infancia.
… te das cuenta que hablas peor español que cuando te
fuiste.
… te das cuenta que eres capaz de perderte por tu propia
ciudad y que no recuerdas nombres de calles.
… te das cuenta que este ritmo de vida es más estresante.
… te das cuenta que han puesto tiendas de “Compro oro” por
todas partes.
… te das cuenta que tu tarjeta de autobús y de tren ya no
sirven, y que todos los horarios han sido modificados.
… te das cuenta que el campero sigue con el mismo sabor, y
los pescaditos, y la paella, y el salmorejo.
… te das cuenta que prefieres estar en silencio y escuchar
esas voces conocidas en vez de contar tus aventuras por Europa.
… te das cuenta que el tiempo en el extranjero es una
mierda.
… te das cuenta que tienes que renovar tu carnet de conducir
pese no haberlo utilizado nunca.
… te das cuenta que tu armario tiene dos años de retraso.
… te das cuenta que todo el mundo te dice que estas más
delgado.
… te das cuenta que, pese a estar ya en España, el 90% de
correos que recibes a tu email son de fuera del país.
… te das cuenta de lo mucho que te gusta mirar el mar y su
playa.
… te das cuenta que no eres el mismo que se fue.
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