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06 mayo 2012

3M-IN SPAIN: Estabilidad

He necesitado más de una semana para saber donde estaba y cómo tenía que organizarme. Dos aspectos han hecho que mi regreso a España no haya sido tan fácil como pensaba. El primero, y más importante, es saber que mi estancia aquí ya tiene puesta fecha de caducidad, tres meses para ser exactos. Aún no me he sentado y soltado las maletas cuando ya me esperan por otro lado del mundo. Al principio recibí la noticia con ilusión moderada, ya que estaba pidiendo a gritos un respiro de viajes y cambios. Pasado unos días, la ilusión va agrandándose al mismo tiempo que mis ganas por coger las riendas de ese proyecto. Un escalón más de un camino de superación donde lo mejor siempre esta por llegar.

El otro aspecto que ha rondado mi cabeza estos días tiene como palabras sinónimas al equilibrio, la consistencia, la solidez, la firmeza, la permanencia, la continuidad o la perdurabilidad. ¿Te suena? Hablo de la estabilidad, término que llegó a mí a raíz de una conversación con una amiga y me hizo reflexionar. “¿No echas de menos cierta estabilidad?”, me preguntaba.

No he encontrado la respuesta aún. Lo que sí he podido comprobar es que no siempre la estabilidad proporciona felicidad. Felicidad no está dentro de la lista de sinónimos que te cite antes. Amante del buen cine y de aquellas películas con mensaje, una de estas últimas tardes he tenido la suerte de coincidir con “The Crowd” (en español fue traducida como “Y el mundo marcha”), rodada hace muchísimos años, cuando aún el color no había llegado a la gran pantalla.

“Has de ser bueno en esta ciudad si quieres destacar de entre la masa”, decía el joven John, protagonista de la película, la primera vez que ve Nueva York, la vibrante metrópolis donde está seguro de que sus cualidades especiales le alzarán sobre el rebaño.

A medida que avanza la cinta, se ve como las cosas no le irán saliendo bien al bueno de John, convirtiéndose en un hombre tan penosamente vulgar que podría ser cualquier miembro elegido al azar de esa multitud urbana. El personaje empieza la historia como un bebe indistinguible de otro cualquiera, y termina como un burgués neoyorquino indistinguible de otro cualquiera. Había conseguido estabilidad, pero era infeliz.

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