Otro día más en Moseley, frío, como corresponde a la época, con algo viento, como así lo atestigua el incesante movimiento de la descolorida y deshilachada bandera inglesa, colocada desde hace años en el mástil que da entrada a El Príncipe de Walles, pub de conocida reputación.
Alcester Road, la avenida principal que acompaña a Moseley a modo de profunda cicatriz, permanece aún con resaca, demasiado solitaria para lo que acostumbra. La noche de viernes siempre termina pasando factura, y no sólo a estudiantes y jóvenes trabajadores. Autobuses de dos plantas circulan por ella cumpliendo expediente, mientras los supermercados y bancos abren el telón de una nueva jornada bajo bostezos. Todo demasiado común, nada fuera de lugar.
El ritmo de Highbury Park nada tiene que ver con todo esto. Tan cerca y tan lejos. En el estanque, bajo la frondosa arboleda, en la colina circundante… la naturaleza despierta cuando el Dios Sol lo ordena sin importar el calendario. Se echa en falta la melodía de los xilófonos, instrumentos colocados en pleno corazón del parque para el deleite de los más pequeños, pero tranquilos, que el día solo acaba de empezar.
A tres kilómetros del centro de Birmingham, Moseley se ha convertido en una zona residencial popular y cosmopolita. Hoy en día es uno de los suburbios mas ricos de Birmingham, pero la región y sus alrededores sufrió un grave deterioro a mediados del siglo XX. Gran parte de propiedad cayó en el olvido, y los problemas con la delincuencia, las drogas y la prostitución se convirtió en algo común en las zonas fronterizas. Durante este mismo período, sin embargo, Moseley también tuvo su etapa más creativa y cosmopolita, foco de las comunidades artísticas y estudiantiles, gracias a la gran cantidad de alojamientos en oferta.
Y ahí, en un autobús que cumple expediente, viendo ondear la bandera de El Príncipe de Walles, acompañado de bostezos matinales de fin de semana, y sin escuchar aún la melodía de Highbury Park, llegaba yo con mi maleta cargada de nuevas ilusiones. A un barrio inglés, demasiado común, nada fuera de lugar.
(una visión de Moseley a través de la "otra cámara", de ahí la menor calidad de las fotografías; la "buena" seguía descansando en España)
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