(14 de abril de 2012, el tiempo pasa demasiado deprisa... )
Las primaveras de siempre. Impredecibles. Con lluvia, sol, viento y tormentas. Una coctelera de temperaturas que sacudía con fuerza estos días el sur de Eslovaquia.
Pasear entre montañas a través de estrechos senderos de tierra es uno de los mejores placeres que puede aportarte Eslovaquia. Las estaciones siguen siendo como nos enseñaban en la escuela de chicos, con sus colores y cambios. Los primeros brotes verdes y flores empezaban a aparecer en el suelo entre las viejas hojas secas del pasado otoño, que tanto tiempo habían estado bajo la protección de la nieve. Aún quedaba para que los bosques de hoja caduca recuperaran su frondosidad, cuyos árboles permanecían encanijados y desnudos unos pegaditos a otros, como si se avergonzaran de su estado.
Uno de los mejores escaparates para relajarte, escuchar y reflexionar.
- Una razón por la cual muchas personas dudan de la existencia de Dios es por la crueldad, por la maldad, por tanto sufrimiento que existe en el mundo. Muchos se preguntan: Si hay un Dios, ¿Por qué permite todo esto?
La pregunta de mi amigo Peter quedó en el aire. Caminábamos bajo una suave llovizna alrededor de las grutas de Silická Ladnica, al sur del país, pegados a la frontera con Hungría. La conversación giraba en torno a la religión.
- Piénsalo…
Aprendo mucho de él, es una persona muy inteligente, y profundiza en algunos asuntos que nunca antes me había planteado.
- Siguiendo este camino – me dijo, cambiando de tema – llegaremos a la cueva. Quedan unos 5 minutos, no más.
Mi fantasía aprovechó el silencio para jugar. La mente empezó a irse más allá de los cinco minutos, de la pregunta sobre Dios, incluso más allá de esta primavera. Cogí con imaginación al yo de hace casi 600 días, y lo puse delante del yo actual. Todo lo vivido y aprendido durante ese periodo de tiempo que los separaba habían hecho que hoy fueran dos personas totalmente distintas. Tanto vivido y aprendido como en mis 30 años anteriores. Increíble. Por mucho que pase el tiempo, me seguirá pareciendo un sueño todo esto.
El movimiento de mi amigo me devolvió a la realidad. Se separó del camino y comenzó a caminar esquivando enclenques troncos. Su nueva dirección parecía conducir a una pequeña madriguera. Naturaleza en estado puro.
(últimos días en Eslovaquia, las obligaciones y algún que otro contratiempo hicieron que durante este tiempo permaneciera siempre alrededor de Roznava; es hora de empezar a recoger todo y preparar el regreso a casa; es hora de empezar a cerrar este diario que tanto me ha aportado…)
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