.

.

22 enero 2011

Día 128. La penúltima estación

(un complejo entramado de railes y andenes que se instalaron a pocos metros de mi habitación un 18 de enero de 2011)



  • Lo importante es no quedarse en un andén esperando un tren que ya pasó... - me comentó una vez una amiga.




Un impacto de martillo. Unas tablas que caen. Plástico y cartones que terminan cediendo por los golpes. En el cuarto contiguo al mío algo se preparaba, y mi curiosidad terminó por levantarme de la silla y hacerme asomar por la puerta. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me encontré aquella maraña negra de pequeños raíles, distribuidos a lo largo de un tablero que hacía las veces de mesa en un lado de la habitación. Por ellos circulaban por primera vez vetustas locomotoras del siglo pasado, arrastrando tras de si alargados vagones cargados de mercancías. Aún no había túneles, ni puentes, ni siquiera estaciones, pero aquellas locomotoras ya se habían puesto en funcionamiento. Era el comienzo de una maqueta.

El hijo mayor de los Jevons es un enamorado de los trenes. Esta maqueta había sido su mayor ilusión desde hace años; libros, dibujos y juguetes relacionados con el mundo del ferrocarril se agolpaban en la estantería de su cuarto, causantes en gran medida de cultivar esa pasión. Sólo había que mirarle a los ojos cuando los trenes recorrían el tablero para darse cuenta que era lo que había deseado, lo que le gustaba.

Relajaba ver los trenes circular de un lado a otro de la maqueta. No estaban siendo los mejores días de mi periplo por Inglaterra y me agarraba a cualquier bocanada de aire fresco. A la incertidumbre del contrato firmado, cuya agencia de profesores parecía haber olvidado mi nombre en su lista, se estaba uniendo mi impaciencia por aprender el idioma y el desánimo por no recibir ninguna otra llamada de trabajo.

  • Piénsatelo, si decides venir para Londres te podría ayudar… - me comentaba mi amigo Juanki por teléfono horas antes, intentando calmar mi ansiedad – de todas formas, ten paciencia, ya sabes como van estas cosas. Tendrás días buenos, y muy malos en esta nueva etapa, seguro que algo saldrá... pero si decides cambiar y venirte…

Por un momento me planteé si mi estancia en Birmingham estaba llegando a su fin. A lo mejor esta ciudad ya me había ofrecido todo lo que podía, a lo mejor era el momento de coger un tren hacía otro lado, colocando el nombre de Birmingham en la lista de penúltimas estaciones de la vida.


Viendo la felicidad del hijo mayor de los Jevons, siguiendo con la mirada la incesante marcha de los trenes, te das cuenta que su felicidad no la produce el destino al cual van dirigidas las máquinas, ya que los raíles se sitúan circularmente y no tendría sentido el viaje, sino el propio movimiento en sí, el continuo cambio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | GreenGeeks Review