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13 diciembre 2011

Día 449. Territorio fronterizo

(un viaje por una carretera nada común que realize un 29 de noviembre de 2011)



La fila de camiones a nuestra derecha era interminable. Un puñado de ráfagas de luces de colores producidas por intermitentes y faros de posición iban quedando atrás a medida que avanzábamos por el otro carril. Pese a ser las cuatro y media de la tarde, la oscuridad era la dueña absoluta del paisaje, y junto con una ligera neblina, hacían presagiar una noche bastante fría en las cercanías de la frontera eslovaco-ucraniana.

Después de varías horas de trayecto en coche, un enorme estructura metálica bastante bien iluminada y que hacía las veces de techo se disponía delante nuestra. El último paso antes de entrar en Ucrania.



La cola para turismos no era ni mucho menos tan larga como para camiones. En 45 minutos nos colocamos junto a punto de control policial.

- ¡Pasaportes!¡Empezar a darme pasaportes! – empezó a decir Veronika.

Uno detrás de otro, le fuimos pasando la documentación. Junto a todos ellos, un billete de cinco grivnias, la moneda oficial del país.

- Es… el aguinaldo de Navidad – me dijo el marido de Verónika sonriendo.

Tras entregárselos al guardia de seguridad, nos hicieron bajar del coche para comprobar que todo estaba en orden. Un par de miradas furtivas, unos cuantos paseos alrededor del vehículo y luz verde para acceder al país. Adiós a la Unión Europea. Hola a Ucrania.

El nombre de Ucrania proviene del término krajina, que en eslavo puede tener dos significados: "territorio fronterizo" o "país". En ucraniano moderno країна (kraína) significa "país". Siendo un estado relativamente joven (obtuvo su independencia hace 20 años), estuvo afectado por una recesión en su periodo de transición hacia una economía de mercado que a día de hoy aún es visible.

La ciudad de Úzhgorod, situada a pocos kilómetros de la frontera con Eslovaquia, nos recibió de forma casi desangelada, como si de una ciudad fantasma se tratara.






Después de buscar alojamiento y soltar la mochila, nos dispusimos a cenar algo y descansar. De camino al restaurante paseamos por parte del casco antiguo de la ciudad, y aunque no se pudieron sacar muchas conclusiones en la noche, todo hacía presagiar que esta ciudad no iba a dejarme indiferente cuando el sol volviera a asomar en el horizonte.



(habrá que esperar a que amanezca para ver la verdadera Ucrania...)

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