El sonido del agua golpeando el asfalto, sólo interrumpido por el silbido de los tranvías, será el sonido que recuerde de Manchester, una interminable lluvia que, lejos de deslucir la visita, la hizo diferente, incluso divertida.
Porque cada persona obtiene una vivencia diferente del lugar, la mía se alimentó de ese agua, del color rojo de los edificios y de la simpatía de mi compañera de viaje, una murciana llamada Mara, que no dudo en lanzarse conmigo a descubrir esta ciudad.
Se me llena la boca cuando pronuncio el nombre de Manchester, un pequeño pueblo de mercaderes en sus comienzos que la Revolución industrial se encargo de transformar en la primera ciudad industrializada del mundo. El clima húmedo la hizo ideal para el procesamiento del algodón, y con el desarrollo de la máquina de vapor, la industria textil tuvo un enorme crecimiento, llegando a ser el principal centro internacional en la fabricación de textil e hilado de algodón.
Actualmente, su centro histórico es una gigante y hermosa perla colorada abierta al espacio que vale la pena visitar, con gran importancia artística, financiera y educativa. Se conservan cientos y cientos de edificios Victorianos de ladrillo rojo, a la sombra muchos de ellos de construcciones vanguardistas como el Beetham Tower, un rascacielos de 47 pisos y 168 metros de altura que es visible desde cualquier punto del condado. Y es que, que mejor que en Inglaterra para encontrar en una misma calle un surtido de estilos y épocas, todo revuelto y sin orden aparente. Así son ellos.
Hay una construcción que sobresale del resto, y no es ni la más alta ni la que tiene más color. El ayuntamiento, situado en la céntrica Albert Square, es la envidia de todos los alcaldes del país, un precioso palacio de estilo neogótico acompañado en el exterior por esculturas importantes de la historia de la ciudad. Un cartel en su acceso principal te da la bienvenida, al mismo tiempo que te invita a disfrutar del interior, un festival de coloristas lienzos diseñados por los mejores artistas del lugar.
El Barrio Chino, los enormes centros comerciales, los pintorescos pubs, los paseos por los canales, la coqueta Catedral, las galerías de arte… tanto que cuando te preguntan con que te quedas de Manchester, no sabrás explicar que no destaca nada en particular, pero que te quedas con todo. Terminas adorando el rojo.
(dedicado a Mara, por supuesto, y a todas aquellas personas que encuentran en los viajes un motivo para sonreir; todas las fotos de Manchester, a máxima resolución, pinchando AQUI)
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