Spisská Nová Ves no es solo el mejor punto de inicio para la visita a Slovenský Raj, es también el más importante punto administrativo de la región. Mientras Levoca y Spis Castle son consideradas las verdaderas históricas joyas del lugar, Spisská nová Ves termina convirtiéndose en ciudad de paso para muchos, como así terminó ocurriéndome.
El día en que Spisská y su espigada blanca torre se cruzaron en mi camino, parecía que iba a echar a volar. Un fuerte viento golpeaba la ciudad sin contemplación, arrancando las ramas más débiles de los árboles y haciendo temblar semáforos y señales de tráfico. La primavera ya había llegado y el tiempo estaba loco.
Como era de esperar, muy poca gente en las calles. La poca que se atrevía a salir, en misa, preparando la bienvenida de la Semana Santa, también vivida de forma especial por esta parte del mundo.
La espigada torre blanca, la más alta del país con 87 metros de altura y 164 interminables escalones, formaba parte de la Iglesia de la Asunción, templo gótico del siglo XIV situado justo en el centro histórico de la ciudad. A su alrededor, algún que otro museo, algún que otra iglesia menor y el ostentoso teatro. Poco parecía importarle a la torre aquel desapacible vendaval, dado su tamaño y fortaleza.
Pese a estar a la sombra de otras ciudades cercanas, años atrás la fabricación de objetos hechos de gres años atrás consiguió darle a la ciudad cierta fama. Otras actividades industriales destacadas fueron la producción de tejidos y de maquinaria agrícola.
Con un tiempo tan desapacible, las ganas de seguir visitando se iban disipando. Que mejor forma de pasar la tarde que alimentando el estómago en compañía de amigos. Hay que estar fuerte, como la torre.
(parte de las fotos que muestro pertenecen a Spisská Sobota, un pequeña población pegada a Poprad que también pudo visitarse esa misma mañana)
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