Necesitado de magia, mis ojos encuentran poesía en el ocaso del día. Desde mi posición, veo la cortina de tela ocre balancearse con gracia, felicitándose por ser la única que permanece iluminada por el sol y avisando de la llegada de la noche. A su lado, el televisor ha comenzado a camuflarse bajo un manto de penumbra, al igual que la torre de discos. La radio, que parece poder escapar de tan sombrío espectáculo expulsando destellos de color verde mientras libera melodías, es la excepción: la mayoría de los objetos de mi alrededor se ocultan, como niños jugando a un escondite, minutos antes de la llegada de la oscuridad.

ow :(
ResponderEliminar