Otra piedra que lanza, y otro escandaloso estruendo que llega a mis oídos. El viejo tanque ha vuelto a ser golpeado, aunque para su armazón verde metálico el ataque es simple mantequilla que termina resbalando.
El crío parece disfrutar con su gamberrada y empieza a buscar entre los matorrales otra piedra para volver a escuchar el ruido. El abuelo, descansando en un banco cercano y contrario a las ideas de su nieto, empieza a estar harto del juego y así lo expresa, con un grito aún más desagradable que los estruendos anteriores, y que hace que el niño se asuste y vuelva corriendo a su lado.
La tranquilidad es la nota predominante este mediodía de domingo en Zvolen. Alrededor de las impresionantes murallas de su castillo, su avenida principal es u remanso de paz que no termina nunca de despertar del letargo festivo del día. No encuentro ningún establecimiento ni kiosco abierto, sus iglesias mantienen sus grandes pórticos cerrados y pocos son los coches que circulan. El único atisbo de vida había sido erradicado por el grito anterior.
Situada en la confluencia de los ríos Hron y Slatina, en el centro de Eslovaquia y cerca de la ciudad de Banská Bystrica, Zvolen se ha convertido en ciudad de paso de las dos grandes ciudades dominadoras del país, Bratislava y Kosice.
Con una extensa historia a sus espaldas, ya que ha sido habitada desde el Paleolítico, Zvolen tuvo en los siglos XI y XII uno de los mayores castillos medievales del mundo que desgraciadamente quedo destruido por guerras y disputas territoriales. Poco duró la falta de fortaleza en el terreno, ya que años más tarde, el rey Luis el Grande construyó un nuevo castillo, que se convirtió en el lugar preferido de la caza de los reyes húngaros.
Construido en estilo gótico, en el siglo XVI el propósito del castillo cambió y sirvió como baluarte defensivo. Actualmente es administrado por la Galería Nacional Eslovaca que lo utiliza para exposiciones.
Universidades, importantes compañías madereras, populares empresas locales… Zvolen descansa en domingo pero continúa su progreso durante el resto de la semana. Sabe de su importancia, y como nudo ferroviario e industrial del país no puede permitirse el lujo de parar. Ni yo de no conocerla por un día.
(me encanta la estación de ferrocarril de Zvolen y ese aire a años 70 que se respira, con maqueta de tren incluida; todas las fotos de ese día pinchando AQUÍ)
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