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19 octubre 2010

Día 34. Friday Night Live!

(la música y la diversión se dieron cita un 15 de Octubre de 2010 en un rincón cualquiera del territorio inglés)


La llegada del fin de semana se vive con especial interés en la inmensa mayoría de países desarrollados. Es el día de la liberación, del descanso, de las reuniones con los amigos, de los ratos de ocio, de las fiestas, de no hacer nada. Y todo esto, en un país de excesos, se magnifica. Adiós al traje del trabajo, a las formalidades, a las caras de niños buenos que no han roto un plato. Cuando llega el viernes noche, cada ciudad inglesa se viste con sus mejores (y peores) galas para celebrar no se sabe muy bien qué. ¿Acaso debe haber una razón?

Cerca de los ámbitos universitarios, cualquier tarde es buena para disfrutar de una cerveza con los compañeros, ya sea con ropa informal, o disfrazados de mujeres, bebes, médicos… Si hay algo que me llama la atención, es la facilidad de los ingleses para salir disfrazados a la calle.




El viernes me dispuse a probar el grito que se propaga por todas las calles de la ciudad.

- Friday night live!!! – gritaba una joven inglesa en la parada del autobús, ligera de ropa y con una lata de cerveza en la mano.

Le dio tiempo a beberse esa, y dos más, ya que la puntualidad del famoso autobús rojo de dos plantas es muy discutible, y más a partir de las siete de la tarde. Y es que la fiesta empieza a esa hora. Los pubs y discotecas comienzan a llenarse de gente que recién ha terminado de cenar, y quieren ahogar la comida con algún litro de alcohol. Y da igual que llueva (como era el caso), que haga frío, viento o nieve.


La discoteca donde había quedado con mis nuevas amistades estaba situada en pleno corazón de la ciudad, en una avenida cargada de llamativas luces, con taxis negros circulando en ambos sentidos, que esperaban con paciencia cazar a alguno de los cientos de peatones que atestaban la acera.





Dentro, la música recorría cada esquina del local, un enorme recinto con varias salas de ambientación diferentes: podías encontrar desde el tranquilo salón con chimenea hasta la pista de baile donde el suelo cambia de color. Y es que la decoración para pasarlo bien es fundamental: globos, martillos gigantes de plástico, pendientes luminosos… que no falte de nada. Y por supuesto, el vaso en la mano.



- ¡Una cerveza, por favor!
- ¿Una qué?
- ¡Cerveza!
El ruido hace que la comunicación con los camareros sea aún más difícil. ¿Adivinan que me trajo? Un vaso de sidra.



(dedicado a Matias, Cristian, Ana, Bea, Lucia y Rosa, que están haciendo que mi estancia en Birmingham sea mucho más fácil)

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