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22 septiembre 2010

Día 11. La caótica llegada a Inglaterra

(post que, entre retrasos de avión y descuidos, se alargó más de la cuenta un 21 de septiembre de 2010)

No me separaba de mi guía de conversación en inglés desde que salí de casa, recordando frases y palabras que se encontraban escondidas en algún rincón de mi cabeza. Y me dio tiempo a repasar mucho. Muchísimo. El vuelo a Londres se retraso casi tres horas y terminamos mi amigo Juanjo y yo entablando conversación con Cuco, un muchacho que también iba buscando un futuro mejor lejos de su país.

- Llevo viviendo 9 meses en Inglaterra – nos comentaba – y aunque no he aprendido casi nada de inglés, vuelvo para allá. Me encanta vivir en Londres.

Resulta que había estado durante todo ese tiempo conviviendo con argentinos, colombianos y españoles residentes allí. Normal que su inglés siguiera siendo el mismo que cuando fue por primera vez.



Dio tiempo a hablar de todo. De trabajo, vivienda, transporte… incluso del tipo de cereales que desayunaba. Pero cuando por fin embarcamos y comenzamos a volar, la conversación se centró exclusivamente en dos señoras inglesas mayores sentadas delante nuestra. Ellas habían pasado las tres horas de retraso en el bar del aeropuerto, y les dio tiempo a beber algo más que una copa. El olor a alcohol, sus medias sonrisas y sus miradas perdidas las delataban.

Llegamos demasiado tarde a Londres, lo suficiente como para perder el último autobús hacia Birmingham y tener que pasar la noche entera allí, en mitad de ninguna parte. No quedó otra que, al igual que otras varias decenas de pasajeros, buscar un asiento o trozo de suelo confortable (por llamarlo de alguna manera) y descansar. Como os podeís imaginar, extrañe muchísimo mi cama.


El aeropuerto de Londres - Stansted es uno de los cinco aeropuertos de Londres. Está en Essex a 50 km al noreste de la capital. En su tiempo sirvió como base para las fuerzas aéreas, pero hoy en día ofrece multitud de vuelos internacionales.

Sobre las seis de la mañana, una densa niebla cubría todos los exteriores de Londres – Stansted. Cuando salimos Juanjo y yo a coger el primer autobús, el clima nos recordó donde acabamos de llegar. Mis previsiones sobre el tiempo en Inglaterra se habían cumplido: bastante frío, niebla y una ligera humedad. ¡¡¡Bienvenido a las islas británicas!!!


Caí rendido en el autobús. Lo poco que estuve despierto en él, pude observar cómo los primeros rayos de sol apartaban las nubes bajas, y dejaban al descubierto enormes extensiones de campo, con un verde que se perdía por el horizonte.


Dieciséis horas después de salir de casa, y bajo un sorprendente sol, llegamos a nuestro destino, Birmingham. Voy a buscar una cama, que no puedo más.


(para aquellos que me mandasteis mensajes y correos sobre cómo había llegado: cansado... pero genial!!!)

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