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20 septiembre 2010

Día 8. Recordando el interior

(último post en España que, si no se hubiera relajado entre campos y colinas, hubiera llegado a sus pantallas un 18 de septiembre de 2010)


Cuando recibí la propuesta de mi amiga Marina, no me lo pensé dos veces. Pasar el fin de semana perdido con amigos en una casa rural, situada en el interior de la provincia, era la opción más plácida para la tormenta de cambios que se avecinaban. En unos minutos cargué la mochila con un par de cosas y me monté con Sonia y su perro Pandoro en el coche, emprendiendo la huida de la ciudad.




Durante el recorrido, pude disfrutar a través de la ventanilla del campo andaluz. Los paisajes interiores de Andalucía son una impresionante acuarela donde se encuentra el amarillo con todos sus matices, acompañado de grandes dosis de color pardo, ocre, siena, verde oliva, arlequín… y todos ellos bajo la firmeza del azul cielo. Sí, firme. Si lo piensas, el hombre es capaz con su pincel de combinar los colores, moldeando el terreno, cultivando la tierra… pero difícilmente podrá cambiar ese estable azul cielo.



Andalucía ha sido una región tradicionalmente agrícola. Hoy en día, la agricultura ocupa al 18 % de la población activa y entre sus producciones destacan cultivos de tan antiguo hábito como los viñedos u olivos, junto a otros más recientes y de mayor rendimiento como los de arroz y tabaco.




Ser agricultor nunca ha sido fácil, y menos en los tiempos que corren. Conviviendo con las fincas actuales, cortijos abandonados y establos derruidos por el paso del tiempo, cicatrices que aún no se han cerrado de otras vidas que en el pasado lo dieron todo por sus tierras y que terminaron abandonándolas atraídos por las metrópolis. El futuro, pensaban.



El fugaz paseo que hicimos por aquellos lugares me sirvió para, más allá de inmortalizar paisajes y recordar historia, comprender que no hay camino sencillo, que han sido muchos los que han abandonado y muy pocos los que han llegado a su destino, y sólo cuando alcanzas la meta eres consciente que la felicidad no esta al final del recorrido, sino a lo largo de él.


Durante la última semana he recibido muchísimas muestras de cariño, muchísimos besos y abrazos acompañados de los mejores deseos para el nuevo camino que ahora comienzo. Conseguís que me sienta muy afortunado. Gracias de corazón. Ojala encuentre allá donde voy una décima parte de todo ese afecto.


Voy a descansar un ratito en esta coqueta habitación olvidada entre cultivos, a ver si así calmo ese gusanillo del estómago, ese que nació el mismo día que decidí hacer las maletas, alimentado de esperanza, temor, nostalgia, y sobretodo, ilusión.

Deséenme suerte. La aventura esta a punto de comenzar.

(a mis padres, mi hermano, mis tíos y primos, Ezequiel, Natalia, Andrés, Mariom, Pablo, Dani, Antonio, Mar, Silvia, Eva, Ale, Carmen, Armando, Juanda, Davinia, Pablo, Erika, Blanca, Fernando, Gabi, Marga, María, Sonia, Marina, Isa, Miriam, Juan, Pedro, Bea, Gio, Nataly… y tantos otros, que durante años han compartido su tiempo conmigo y me han enseñado todo lo que soy)

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