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12 febrero 2012

Día 514. Días de chimenea y vino

(no le echaré la culpa al alcohol, lo prometo; sería lo más fácil para explicar por qué este post no llego a sus pantallas un 1 de febrero de 2012)



Dentro de aquella especie de cortijo subterráneo era imposible percibir los menos dieciocho grados bajo cero que golpeaban sin piedad el castigado campo eslovaco. El exterior se hacía difícil de digerir, con una impresionante nevada que había comenzado minutos antes de la reunión y con un aire siberiano que quemaba la piel. Nada importante, parecía decir el jolgorio y júbilo constante que me rodeaba entre aquellas cuatro paredes junto a una chimenea de leña que no paraba de trabajar.






Amenizada por la música instrumental de un grupo del pueblo, la velada contaba con la inestimable ayuda de un invitado de lujo, el vino de la tierra, centro de intensas tertulias y objeto de deseo en las diferentes mesas que se distribuían a lo largo de la sala. Dos mujeres eran las encargadas de sacar botellas de la bodega y descorcharlas, mientras que un tímido muchacho iba colocando las copas para rellenarlas.

Llamaba la atención la vestimenta de los anfitriones, señores todos ellos de avanzada edad sentados en una mesa más esquinada, siempre bien servidos y saboreando con parsimonia sus manjares. Portaban gruesas y largas túnicas verdes, con un medallón dorado en el centro con el dibujo de un racimo de uvas. A sus espaldas, la sala contigua a la nuestra, un viejo museo del vino se escondía entre orondos barriles y cubetas, signo de la arraigada cultura por ese néctar.







En las entrañas de Hrusov, una población en las proximidades de la frontera eslovaco-húngara, la fiesta anual del vino había dado comienzo.

Los vinos eslovacos son algo menos conocidos que otros, pero eso no significa que no sean de gran calidad, todo lo contrario. Con más de 1000 años de historia en la producción de vinos, Eslovaquia mantiene una franja de 600 kilómetros de viñedos, con 40 variedades de uvas inscritas.

Las regiones vinícolas más conocidas se encuentran en el sur de las montañas de los Pequeños Cárpatos y en la región de Tokaj, aunque existen otras regiones a lo largo del país con gran tradición también, la mayoría situadas en el sur.






A medida que las variedades de vino eslovaco iban saliendo a la luz, la mayoría vino blanco, la velada iba aumentando sus decibelios. Parece que el festejo se va a alargar bastante. No me esperen despiertos.



(últimos días de intenso frío y recogimiento; la nieve y el hielo dejarán paso de nuevo a las carreteras y caminos, y con ellos, viajes más lejanos y espectaculares)

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