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08 diciembre 2011

Vivencias (VII): Una dulce celebración

Bombones rellenos de licor habían invadido la sala de profesores, y circulaban sin pudor por los escritorios. En uno de los descansos, una de mis compañeras me regaló un enorme saco de dulces. En el comedor del colegio, detrás de la sopa y el segundo plato, nos entregaron a todos como postre una bolsa cargada de chocolate. Un enorme tazón de puding de chocolate casero me esperaba en la cocina al llegar a casa. ¿Qué ocurre hoy? La fiebre del chocolate ha llegado a Eslovaquia. Los supermercados hacen su agosto vendiendo dulces y chocolatinas y yo no sé el motivo.

Mis estudiantes tienen la respuesta que busco: es seis de diciembre, y es San Nicolás. Según me contaron, San Nicolás es un señor de aspecto bien parecido a Santa Claus que la noche del 5 de diciembre busca los zapatos de los niños situados en sus ventanas para dejarles dulces y chocolatinas si han sido buenos, o un palo de madera si han sido malos (aquí no se andan con chiquitas).

Indagando un poco más sobre esto, encontré varios datos curiosos. Es una fiesta de origen holandés, y el mito se basa fundamentalmente en la figura de San Nicolás de Bari, aunque contiene también elementos de origen pagano. Durante el siglo XX este mito sirvió de origen al mito de Santa Claus: la ciudad norteamericana de Nueva Ámsterdam fue colonia holandesa en la costa de los actuales Estados Unidos, y en ella se celebraba también la fiesta de San Nicolás, cuyo nombre Sinterklaas fue adaptado al inglés como Santa Claus.

Disculpen que terminé así el post, pero tengo el puding de chocolate de San Nicolás esperándome…

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