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25 septiembre 2011

Día 374. Tierras de Danubio

(un post que, si no hubiera sido arrastrado por la fuerza del agua, hubiera llegado a sus pantallas un 15 de septiembre de 2011)



Un señor de avanzada edad, con una densa barba blanca y vendedor ambulante de tradicionales souvenirs de madera tallada, es el único morador a esas horas de la mañana por las cercanías del Castillo de Devin. La tranquilidad reina en un lugar que parece reservado para elegidos, lugar donde el color verde y azul deciden ser uno, al igual que el pausado sonido del agua con el alborotado cantar de los pájaros. Es justo en aquel punto donde el Danubio se encuentra con el Moravia, y donde siglos atrás alguien ordenó construir una fortaleza realmente sorprendente.







Sobre escarpada roca, el Castillo de Devin corona el lugar desde hace más de 700 años. Dinamitado por los soldados de Napoleón, actualmente sólo quedan restos de lo que en su día fue un verdadero coloso de piedra. Entre esos restos sobresale un espectacular torreón, que se mantiene en pie pese al deterioro sufrido por el paso del tiempo, desafiando cualquier ley de la gravedad.




Símbolo de Eslovaquia y lugar de peregrinación, cae sobre él una trágica historia de amor relacionada con Mikulas, un joven heredero del castillo:

“…Mikulas estaba muy enamorado de una princesa de un reino lejano. Sin embargo, la familia de ella no consentía el matrimonio, ya que querían que fuera a un convento. Mikulas raptó a la princesa y la llevó a su castillo, donde organizó la boda. El día de la boda, el tío de la novia llegó al castillo con un poderoso ejército. Mikulas y la princesa subieron rápidamente a la torre más alta, huyendo de ellos. Aquí Mikulas defendió valerosamente la entrada hasta caer muerto. La princesa, que no quería regresar a su reino, saltó desde la ventana de la torre, muriendo en las aguas del Danubio…”

Y es que si el Danubio hablara, tendría miles de historias que contarnos.
El Castillo de Devin y su entorno se encuentran a sólo 15 kilómetros de Bratislava, dos puntos unidos geográficamente por la orilla de un río que ha visto pasar magiares, eslavos, germanos, latinos y turcos, entre otros. Es la mano que da de comer a quién decide asentarse, el culpable de que las tierras sean fértiles.






A lo largo de sus cerca de 3000 kilómetros, sólo superado en Europa por el Volga, el Danubio es admirado y temido por todos. Su fuerza irrumpe allá por donde transcurre, imponiendo desde un principio sus bases. Un Dios hecho río, cuyas aguas salvajes proveniente de la Selva Negra alemana deciden cuando dar y quitar vidas.






Su paso por Eslovaquia no solo se siente en su capital, sino en toda su periferia. Mis primeros días por estas tierras encuentran en este río gran parte de las respuestas a las incógnitas que me formulaba antes de conocer la región. Consigue transformar el paisaje, la cultura, el estilo de vida de sus habitantes. El Danubio es, sin duda, el libro que mejor recopila las historias presentes y pasadas de esta parte de Europa. Un libro al que ahora accedo y del que puedo formar parte.




(me resulta imposible clasificar todo el material acumulado que tengo en el ordenador; mientras intento poner orden donde no lo hay, les dejo con las fotos de los alrededores del Danubio a su paso por Eslovaquia, como siempre, pinchando AQUÍ)

1 comentario:

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