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22 mayo 2011

Día 226. Saint Michel

(Un encuentro que llevaba deseando mucho tiempo y que se produjo un 26 de abril de 2011)



Allí estaba él, coronando un monumento único y una de las abadías más bellas del mundo, blandiendo una espada con la derecha y sosteniendo una balanza con la izquierda.




Saint Michel, jefe de la milicia celeste, tiene una gran importancia en la sensibilidad religiosa medieval. En el Nuevo Testamento, Saint Michel aparece en el libro del Apocalipsis: combate y vence al dragón, símbolo del demonio. Para el hombre medieval, que vivió a la espera y con temor del más allá, Saint Michel es quien conduce a los muertos y examina las almas en el día del juicio final.

La larga historia del Mont Saint-Michel habría comenzado en el año 708, cuando Aubert, obispo de Avranches, hizo elevar en el Mont-Tombe un santuario en honor del Arcángel. El monte se convirtió rápidamente en un lugar importante de peregrinaje. En el siglo X, los benedictinos se instalaron en la abadía mientras que abajo se desarrollaba un pueblo. En el siglo XIV se extendió hasta el pie del peñasco.







Plaza fuerte inexpugnable durante la guerra de los Cien Años, el Mont Saint-Michel es también un ejemplo de arquitectura militar. Sus murallas y fortificaciones resistieron a todos los ataques ingleses e hicieron del monte un lugar simbólico de la identidad nacional.







No se puede comparar a ningún otro monasterio. Teniendo en cuenta la forma piramidal del Monte, los contratistas de la Edad Media dispusieron los edificios en torno al peñasco granítico. La iglesia abacial, situada en la cima, reposa sobre criptas que crean una plataforma capaz de soportar el peso de una iglesia de 80 metros de largo.







Recuerdo como hace unos cuantos años atrás, sobre una cartulina de color azul, me atreví a dibujarlo, intentando no dejarme atrás ningún detalle. Era otra época, donde incluso en la pintura ponía ese espíritu bohemio y pasional que arrastraba sin tapujos. Con cariño y nostalgia empecé a recordar los trazos a lápiz, realidades que ahora se extendían en piedra y cemento delante de mis ojos. Aquella época, la de los sueños en hojas y cartulinas, terminó, dejando paso a la época de las realidades, la que te demuestra que no estabas equivocado, que valió la pena dibujar tu mundo perfecto para luego pasearte por él.




(Dedicado a Isa, por su cumpleaños; gracias a Manuel y la guía francesa por su paciencia, que esta vez sí, me pasé haciendo fotos, ralentizando la visita; si quieres seguir disfrutando de este mágico lugar, a máxima resolución, pincha AQUÍ)

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