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27 abril 2011

Día 220. Bajo la sombra del Titanic

(una orilla cargada de recuerdos que visité un soleado 20 de abril de 2011)



La sirena del transatlántico, un potente estruendo acorde con su gigantesco tamaño, rompió el silencio de la bahía, asustando a cientos de gaviotas que emprendieron rápidamente el vuelo desde diferentes puntos de la costa.

Señorial e imponente, empezó a desplazarse con pasmosa facilidad por las aguas de la desembocadura de los ríos Test e Itchen, dejando tras de sí un reguero de brazos extendidos en el muelle y alguna que otra lágrima en los rostros. Desde las terrazas superiores del navío, todos los pasajeros correspondían los gestos de igual manera. Había en el ambiente cierta mezcla de tristeza y alegría, de incertidumbre y de euforia contenida. Nunca antes una construcción como el Titanic había surcado los mares.






Estaba de enhorabuena. No era el Titanic, pero por tamaño y presencia nada tenía que envidiarle. Un moderno transatlántico zarpaba desde el puerto de Southampton mientras me tomaba un respiro de la visita en un banco de madera situado a la orilla de los ríos. El sonido de su sirena, repetido en varias ocasiones, continuaba creando el mismo pavor en las aves y la misma cara de admiración en las personas. Aunque llegaba casi con un siglo de retraso, parecía poder revivir aquella escena. Posiblemente, un lugar que siempre quedará marcado por el barco y su tragedia.





Southampton y su puerto se preparan para recibir a cientos de turistas en abril del próximo año para conmemorar los 100 años del inicio del viaje del Titanic. Mientras, la ciudad respira armonía y esta sumida en un profundo letargo. Situada al sur de Inglaterra, y con uno de los principales puertos del país, Southampton no atrapará al turista por su belleza ni por sus paisajes. Desgraciadamente, la Segunda Guerra Mundial golpeó a la ciudad con particular dureza, dada su importancia estratégica como mayor área industrial de la costa sur. Los bombardeos alemanes no cesaron durante semanas, y aunque algunos edificios de arquitectura georgiana sobrevivieron a la guerra, la mayor parte de la ciudad quedó destruida.

Sólo hace falta darse un paseo por los muros de piedra que protegían la ciudad desde siglos atrás para comprobar el daño que se hizo. Los ingleses han mantenido lo poco que queda de ellos con cariño, intentado darles importancia cuando el turista ya sólo llega a ver un puñado de rocas mal colocadas. Una lástima.





Un destacado edificio que sobrevivió a los bombardeos fue el más antiguo de Southampton, la iglesia de St. Michael. Su torre principal data de la época Normanda y, curiosamente, sobrevivió por razones militares, ya que la aguja de la iglesia facilitaba la navegación de los pilotos alemanes.



Allí, sentado en el banco de madera próximo a la desembocadura, viendo pasar embarcaciones, tome aire y me preparé para un viaje hacía uno de los rincones con más personalidad del mundo. Su propio nombre arrastra fuerza y valentía. Tocaba pisar el norte de Francia. Normandía.


(las mejores fotos de Southampton, a máxima resolución, pinchando AQUÍ )

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