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02 noviembre 2010

Día 49. Truco o trato, pero sin contrato

(post que se ocultó entre disfrazes y calabazas un alocado 30 de Octubre de 2010)


Imagínense como estaba. Como un flan. Y no porque hubiera visto un par de zombies o un par de mutantes andando por la calle (que podría ser estando en estas fechas). Era por mi primera entrevista de trabajo en Inglaterra, un puesto vacante en una escuela de primaria para dar clases de español. Pues eso, como un flan.

Me compre unos zapatos por 10 libras y me puse las mejores ropas que tengo en el armario. Además, y en contra de mi voluntad, me quite mi barba (tampoco era muy poblada, cuatro pelos esparcidos por la cara) para causar mejor impresión. Preparé una carpeta con mis diplomas, títulos y demás papeleo, la mayoría en español salvo dos de ellos. Y allí me planté, delante de un joven guiri con barba que no paraba de sonreír. Yo, por supuesto, le imitaba.




No fue tan mal como esperaba. Me enteré de todo y, aunque no me cogieron para el puesto, la valoré muy positivamente. Quién me hubiera dicho a mí en febrero, cuando lo más que sabía decir en inglés era “How are you?”, que 8 meses después tendría una entrevista en inglés, y encima me enteraría. Moderadamente contento, diría un amigo mío.

Adiós zapatos. Adiós mejores ropas. Hola peluca de pelo negro alborotado. Hola ropas manchadas de tinta roja. Tocaba vivir en unas horas mi primer Halloween en tierra anglosajona.


A día de hoy, Halloween ha traspasado fronteras y su fiesta es conocida en todo el mundo. Pero si hay un país donde se vive intensamente, además de en USA, es en Reino Unido. Un par de semanas antes ya estaba el carnicero del barrio colocando calabazas entre salchichas, la dueña de la floristería colocando a los peluches del escaparate terroríficas máscaras y el supermercado vendiendo arañas de plástico. Todo hacia presagiar un fin de semana cuanto menos diferente.


En casa también se había preparado todo para el evento. A partir de las siete de la tarde empezaría una reunión cargada de telarañas, calaveras, murciélagos y demás simbología de ultratumba. Mrs. Jevons decoró cada habitación sin faltarle el más mínimo detalle.




Disfrutaban los mayores y, por supuesto, los niños. Empezaron a desfilar de puerta en puerta gritando al unísono "¡truco o trato!”(trick or treat). La tradición exige que el inquilino de la casa ceda a este terrible chantaje, regalando a los niños todo tipo de dulces y golosinas, haciendo, pues, trato (treat) con ellos. De no obrar de esta manera, el vecino moroso se expone a las temibles travesuras (tricks) de los chiquillos disfrazados de esqueletos, zombies, vampiros, momias o brujas.



La noche acababa de empezar. Después de la fiesta en casa, acudimos al centro de la ciudad, donde nos esperaban una multitud de personajes de fantasía que habían cobrado vida propia. Imaginación al poder. O lo que es lo mismo, Halloween.




(que me perdone el taxista que me llevó a casa; los dedos de plástico de mi disfraz terminaron dentro de una cajita en su asiento de atrás por olvido)

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