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28 octubre 2010

Día 45. A las puertas del Edén

(una paseo bordeando la bella Snowdonia que debía haber aparecido en sus pantallas un 26 de Octubre de 2010)


Cuando me subí en aquel autobús, nunca pensé que ese conductor rechoncho, de larga barba blanca y fácil sonrisa, pudiera correr tanto. Me dirigí a toda velocidad desde la costa norte de Gales a Trefriw, una aldea situada en el borde del Parque Nacional de Snowdonia, recorriendo estrechas carreteras comarcales cargadas de curvas, pero al mismo tiempo cargadas de belleza. A ambos lados de la vía se extendían coloridas extensiones de campo, acompañando a veces riachuelos, granjas o densos bosques.





El día, como casi toda mi estancia en Gales, vino acompañado de niebla, frío y lluvia. Cuando llegué a Trefriw, supe por la bienvenida que estaba muy lejos de todo. El pueblo, cargado de construcciones en piedra, es atravesado por el río Crafnant, un torrente de agua salvaje que proporciona energía para una fábrica de lana. Este taller da fama a Trefriw, al igual que un balneario cercano con gran tradición, declarado medicinal debido al alto contenido en hierro de sus aguas.





Aunque la mayoría del pueblo se encuentra dentro del Parque Nacional de Snowdonia, la frontera la marca su calle principal.

Snowdonia fue establecido hace más de 50 años como el tercer parque nacional en Gran Bretaña, tras el Peak District y el Lake District (cubre unos 2140 kilómetros cuadrados, con 60 kilómetros de costa). Su nombre deriva de Snowdon, que es la montaña más alta de Gales.


Decidí echarme la mochila a la espalda y empezar a caminar por los senderos que bordeaban el Edén, caminos empapados por la humedad y atestados de musgo y hojas secas. Y me encontré mucha vida, muchísima. Tanta que no dejo de sorprenderme a cada paso que daba por esas tierras. Algunas viviendas habitadas y otras abandonadas eran testigos de excepción de paisajes dignos de aparecer en cualquier libro de naturaleza. Si no hubiera sido por el frío, hubiera jurado que Snowdonia fue el lugar elegido por Adam y Eva para pecar.





Robles, abedules, fresnos… acompañaban a nutrias, cabras, águilas pescadoras en este paraje. Y allí estaba yo, un biólogo afortunado de poder ver aquello.


(si quieres seguir hipnotizado, a máxima resolución, de esta verde región, pincha AQUÍ)

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