.

.

10 septiembre 2010

El mar de la tranquilidad

Viaje por Alemania. Verano del 2009.

Minutos antes de entrar en Rostock, Kevin se entretenía tecleando un pequeño ordenador portátil acompañado a su derecha de una bolsa de ositos comestibles. Los críos asiáticos sentados a nuestra vera tarareaban la banda sonora de aquella tarde, una canción infantil alemana que había conseguido despertar a todo el pasaje.

- Lo que escuchas es la “canción de la rana” – me comentó Kevin sin dejar de masticar las gominolas.

Tras dejar atrás una central nuclear y varios molinos típicos de la región, el autobús accedió al puerto de Rostock, uno de los más importantes del país por su comercio y construcción naval, dejando a la izquierda el centro de la ciudad, un tumulto de casitas y medianas edificaciones coloreadas alrededor de la desembocadura del río Warnow, de donde sobresalía entre tanto ladrillo la torre de la Iglesia de San Pedro (St. Petri Kirche).


El ajetreo de barcos y vehículos en el puerto era constante, y una vez que pasamos 10 minutos en cola por el intenso tráfico, el autobús pudo entrar al sótano del ferry. El momento de navegar había llegado.


La travesía en ferry entre la costa alemana (Rostock) y la danesa (Gedser) tiene una duración de una hora y 45 minutos. El interior del navío era lo más parecido a un centro comercial flotante, donde puedes encontrar restaurantes, cafeterías, tiendas... aunque todo bastante caro (para que os hagáis una idea, pedirte un menú en el restaurante puede salirte 18 euros, y comprarte un sándwich unos 6 euros).

El atractivo del viaje estaba en el exterior, en cubierta, pintada de azul con paredes blancas y unos cuantos asientos negros muy solicitados. Cuando accedimos allí, la costa de partida ya había desaparecido, no había ni rastro del puerto alemán ni de las largas playas de arena blanca de las proximidades; bajo un hermoso sol y una fría brisa, el Báltico se extendía hasta el infinito, un mar que trasmitía tranquilidad, viendo sus aguas en estado de pausa constante. Un par de gaviotas acompañaban al ferry, que no se alejaba de unas boyas de color naranja intenso que parecían marcar el camino hacia Dinamarca. Un momento mágico.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | GreenGeeks Review