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02 septiembre 2011

Día 349. Asómate al balcón

(necesitado de calmar mi adicción al mar, me empapé de Nerja un 24 de agosto de 2011)



Ese suave golpe de agua en los talones, semihundidos en la arena, te arranca una sonrisa y te recuerda de donde procedes. Alguien que ha vivido la mayor parte de su vida junto al mar no encuentra consuelo entre montañas. Sin el mar, todo resulta algo más difícil.






Con el sol empezando su descenso, comienza una mágica acuarela de tonalidades en el horizonte. Abajo, en la playa Calahonda, los últimos bañistas apuran los minutos de luz, mientras que arriba, en el Balcón de Europa, un antiguo castillo del siglo IX que actualmente funciona como mirador, los turistas quedan hipnotizados por la impresionante panorámica de la costa. Una costa de leyenda.





Hablar del Mediterráneo es abrir un libro de historia. Iberos, etruscos, libios, fenicios, latinos, aqueos, micénicos, ítalos… relatos antiguos y recientes, felices y tristes, la fertilidad de las primeras épocas, la aventura y el misterio de las colonizaciones humanas. Un mar que podría contar como los egipcios lo usaban y veneraban, con una mezcla de devoción y terror, o como los fenicios y los griegos lo recorrieron de este a oeste y de norte a sur en busca de nuevas rutas comerciales, o cómo los cartagineses y los romanos se disputaron sus costas con el propósito de construir un imperio. Demasiado que contar en tan poco tiempo.



El viejo mar recordará, quizá con nostalgia, el tiempo en que era fértil y verde, y cuyas profundidades estaban pobladas por especies prolíficas y abundantes, especies que la barbarie humana ha condenado prácticamente al exterminio. Su imponente figura no ha cambiado, pero si su naturaleza. Actualmente es el mar con las tasas más elevadas de hidrocarburos y contaminación del mundo.






Apurando las últimas semanas por mi tierra, me trasladé una tarde a Nerja, un pintoresco pueblo a orillas del Mediterráneo, considerado uno de los mejores lugares de la costa andaluza para disfrutar de la compañía del gigante azul. Un punto donde puedes venerarlo, y un punto donde puedes colocarte durante unos instantes a su altura y tratarlo de tu. Para ello, simplemente, asómate al balcón.



(veraniegas postales de esta región que puedes ver, a máxima resolución, pinchando AQUI)

1 comentario:

  1. Breve pero sustancioso toodo eso visitaste en un solo día??? como todas tus fotos bellisimo!! un abrazo chao...

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