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18 agosto 2011

Día 326. ¿Y donde está el famoso puente?

(un vistazo a una de las ciudades más importantes de inglaterra que tenía que haber llegado a sus pantallas un 1 de agosto de 2011)




Un sol como el español, y un montón de casitas de colores apiladas en lo alto de la colina. ¿Acaso sufro de flashback y he vuelto a la ciudad de Cuenca?




Una suave brisa marina hace olvidar las tierras manchegas y devuelve el pensamiento a la realidad, una realidad ubicada en la proximidades del puerto de Bristol, donde el cantar de pájaros y el incesante trasiego de embarcaciones no da un respiro a lo largo de la mañana. Pese a la melodía y la circulación marítima, se hace realmente agradable sentarse en uno de los muchos bancos de madera dispuestos por el paseo y disfrutar placidamente del día y las vistas. Muchos deportistas, transeúntes paseando a la mascota, algún turista como nosotros con cámara de fotos en mano, pescadores a las orillas buscando presa… cada mañana los alrededores del puerto de Bristol se llenan de vida, diferentes historias que comparten un rato de ocio bajo el manto de un paraje realmente bello.







Abandonamos el sur de Gales para visitar posiblemente la ciudad más importante del sudoeste de Inglaterra, cuya prosperidad ha estado siempre ligada al puerto marítimo. Sobre ella pesa una triste historia. Desgraciadamente, Bristol estaba considerada como uno de los mayores centros del comercio de esclavos del mundo. Durante el auge del tráfico de esclavos, más de 2000 barcos partieron del puerto de Bristol, llevando consigo a más de medio millón de personas desde África hasta Norteamérica. Negocios, decían aquellos sin escrúpulos.




Negocios también el que nos traíamos nosotros entre manos. El mapa no nos lo aclaraba. Después de recorrer la ciudad de un extremo a otro, no había señales del puente más famoso de la zona, el Puente colgante de Clifton, Clifton Suspension Bridge. Habíamos escuchado de él desde nuestra llegada, habíamos encontrado a nuestro paso puentes de todo tipo y condición, pero sin fortuna. Tan grande, tan llamativo, y en paradero desconocido ¿Dónde se escondía?








Un montón de estatuas de colores en forma de gorilas amenizaron la búsqueda. Estaban extendidas por todas las calles sin orden aparente, junto a la Catedral, junto a templos menores, junto a fuentes y restaurantes. Incluso hubo uno que nos dio la bienvenida en la estación de autobuses. Imposible hacer un recuento de todos.







La ciudad se puso en nuestra contra, afortunadamente. Cada esquina que doblábamos, algo nuevo y divertido nos esperaba, ralentizando el paso. Bristol nos sorprendió gratamente en más de una ocasión, y la búsqueda del Puente colgante de Clifton se convirtió en la excusa perfecta para deleitarse de cada rincón de la urbe: dibujos en las paredes, fuentes donde darse un chapuzón, espejos donde jugar con el objetivo… Encontrarlo o no al final fue lo de menos.




(a las afueras de la ciudad, y casi a última hora del día, dimos con el puente ; desde abajo, en la lejanía, no parecía gran cosa, pero he de reconocer que aún así impresionaba por altura y tamaño. Gracias a Manuel y Lucia por su compañía. Todas las fotos del resto de Bristol, a máxima calidad, pinchando AQUÍ)

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